Hemorragia nasal
La hemorragia nasal es la pérdida de sangre del tejido que recubre la nariz. Es un problema común que afecta a personas de todas las edades, especialmente a los niños y a los adultos mayores. La mayoría de las hemorragias nasales son leves y se detienen por sí solas o con medidas simples de primeros auxilios. Sin embargo, algunas pueden ser graves y requerir atención médica urgente.
Síntomas:
El síntoma principal de la hemorragia nasal es el sangrado de una o ambas fosas nasales. El sangrado puede ser leve o abundante, y puede durar desde unos segundos hasta varios minutos. Algunas personas pueden sentir mareo, debilidad, palpitaciones o ansiedad debido a la pérdida de sangre. Si el sangrado es posterior, es decir, que se origina en la parte alta o profunda de la nariz, la sangre puede pasar a la garganta y causar tos, vómito o dificultad para respirar.
Causas:
Las causas de la hemorragia nasal pueden ser locales o sistémicas. Las causas locales son aquellas que afectan directamente al tejido nasal, como:
– Traumatismo nasal, por ejemplo, por un golpe, una caída, una fractura o un cuerpo extraño.
– Irritación nasal, por ejemplo, por alergias, resfriados, estornudos, rinitis o sinusitis.
– Sequedad nasal, por ejemplo, por el aire frío o seco, el uso excesivo de aerosoles nasales o la inhalación de sustancias irritantes.
– Tumores nasales o de los senos paranasales, que son poco frecuentes pero pueden causar sangrado persistente o recurrente.
Las causas sistémicas son aquellas que afectan a todo el organismo y alteran la coagulación de la sangre, como:
– Hipertensión arterial, que aumenta la presión en los vasos sanguíneos de la nariz y los hace más propensos a romperse.
– Trastornos de la coagulación, como la hemofilia, la enfermedad de von Willebrand o la trombocitopenia, que impiden que la sangre se coagule adecuadamente.
– Medicamentos anticoagulantes, como la warfarina, el clopidogrel o la aspirina, que reducen la capacidad de la sangre para formar coágulos.
– Enfermedades infecciosas, como la fiebre amarilla, el dengue o la leucemia, que pueden afectar la producción o la función de las plaquetas.
Tipos:
Según el lugar donde se origina el sangrado, las hemorragias nasales se pueden clasificar en dos tipos:
– Hemorragias nasales anteriores, que son las más frecuentes y se producen en la parte delantera del tabique nasal, que es la pared que separa las dos fosas nasales. Esta zona tiene muchos vasos sanguíneos pequeños y frágiles que pueden sangrar fácilmente por cualquier causa local. Estas hemorragias suelen ser leves y se pueden controlar fácilmente en casa.
– Hemorragias nasales posteriores, que son menos comunes pero más graves y se originan en la parte posterior o profunda de la nariz, donde las arterias que irrigan la nariz se ramifican. Estas hemorragias suelen ser más abundantes y difíciles de detener, y pueden deberse a causas sistémicas o a traumatismos mayores. Estas hemorragias requieren atención médica inmediata y a veces hospitalización.
Diagnóstico:
El diagnóstico de la hemorragia nasal se basa en la historia clínica, el examen físico y las pruebas complementarias. El médico preguntará sobre los síntomas, la frecuencia, la duración, la cantidad y el color de la sangre, así como sobre los posibles factores desencadenantes o agravantes. También indagará sobre el uso de medicamentos, antecedentes de enfermedades, traumatismos o cirugías nasales, y hábitos como fumar o consumir drogas.
El examen físico consiste en observar la nariz y la boca, y palpar el cuello y los ganglios linfáticos. El médico usará un instrumento llamado rinoscopio para ver el interior de la nariz y localizar el punto de sangrado. Si el sangrado es posterior, puede ser necesario usar un endoscopio, que es un tubo flexible con una cámara en el extremo, para ver la parte alta de la nariz y los senos paranasales.
Las pruebas complementarias pueden incluir:
– Análisis de sangre, para medir el nivel de hemoglobina, el recuento de plaquetas y los tiempos de coagulación, y descartar infecciones o enfermedades hematológicas.
– Radiografía, tomografía computarizada o resonancia magnética de la nariz y los senos paranasales, para detectar posibles tumores, fracturas o malformaciones vasculares.
– Angiografía, que es una técnica que usa un contraste y rayos X para ver los vasos sanguíneos de la nariz y localizar el origen del sangrado.
Tratamiento:
El tratamiento de la hemorragia nasal depende de la causa, el tipo, la intensidad y la frecuencia del sangrado. El objetivo es detener el sangrado, prevenir la anemia y evitar las complicaciones. El tratamiento puede ser:
– Conservador, que consiste en aplicar medidas de primeros auxilios, como sentarse, inclinarse hacia adelante, respirar por la boca y presionar suavemente la parte blanda de la nariz durante 10 minutos. También se puede usar una compresa fría o hielo sobre el puente de la nariz para reducir el flujo sanguíneo. Se debe evitar sonarse o hurgarse la nariz, y mantener la cabeza elevada al dormir. Si el sangrado es leve y se detiene con estas medidas, no se requiere más tratamiento.
– Farmacológico, que consiste en usar medicamentos para ayudar a detener el sangrado, como vasoconstrictores, que son sustancias que contraen los vasos sanguíneos, o coagulantes, que son sustancias que favorecen la formación de coágulos. Estos medicamentos se pueden aplicar en forma de aerosol, gel o gasa dentro de la nariz. También se pueden usar antibióticos si hay una infección asociada, o ajustar la dosis de los anticoagulantes si son la causa del sangrado.
– Quirúrgico, que consiste en realizar una intervención para sellar el punto de sangrado, cuando los tratamientos anteriores no son suficientes o el sangrado es recurrente o posterior. Los métodos quirúrgicos pueden ser:
– Cauterización, que es la aplicación de calor, frío o sustancias químicas sobre el vaso sanguíneo que sangra para cerrarlo. Se puede hacer con un instrumento eléctrico, un láser, un nitrato de plata o un ácido tricloroacético.
– Taponamiento nasal, que es la introducción de un material dentro de la nariz para ejercer presión sobre el vaso sanguíneo que sangra y favorecer la coagulación. El material puede ser una gasa, una esponja, un globo o un catéter. El taponamiento puede ser anterior o posterior, según la localización del sangrado, y se debe mantener durante varios días. El taponamiento nasal puede causar molestias, infecciones o reacciones alérgicas, por lo que se debe usar con precaución y bajo supervisión médica.
– Ligadura o embolización arterial, que son técnicas que consisten en bloquear el flujo de sangre hacia el vaso sanguíneo que sangra, mediante la colocación de un clip, una sutura o un material sintético. La ligadura se hace mediante una cirugía abierta, mientras que la embolización se hace mediante una angiografía. Estas técnicas se reservan para los casos más graves o refractarios a otros tratamientos.
Prevención:
La prevención de la hemorragia nasal se basa en evitar o tratar los factores que la pueden causar o agravar, como:
– Mantener una buena higiene nasal, lavando la nariz con agua o solución salina, y usando humidificadores o vaporizadores para evitar la sequedad.
– Anomalías vasculares, como el angioma o el aneurisma, que son malformaciones de los vasos sanguíneos que pueden sangrar espontáneamente o por un traumatismo.
Complicaciones:
La hemorragia nasal puede tener complicaciones, sobre todo si es frecuente, abundante o posterior. Algunas de las complicaciones son:
– Anemia, que es la disminución del nivel de hemoglobina en la sangre, y que puede causar cansancio, palidez, taquicardia o dificultad para respirar.
– Infección, que puede ocurrir si el sangrado se asocia a una sinusitis, una otitis o una faringitis, o si se usa un taponamiento nasal sin la debida higiene o antibióticos.
– Aspiración, que puede suceder si el sangrado es posterior y la sangre pasa a los pulmones, causando tos, ahogo o neumonía.
– Choque hipovolémico, que es una situación grave que se produce cuando la pérdida de sangre es tan grande que el cuerpo no puede compensarla, y que puede provocar hipotensión, alteración de la conciencia, insuficiencia renal o paro cardíaco.
Pronóstico:
El pronóstico de la hemorragia nasal depende de la causa, el tipo, la intensidad y la frecuencia del sangrado, así como de la edad y el estado de salud del paciente. La mayoría de las hemorragias nasales son leves y se resuelven sin complicaciones. Sin embargo, algunas pueden ser graves y requerir tratamiento urgente o incluso quirúrgico. En estos casos, el pronóstico puede empeorar si hay otras enfermedades asociadas o si se presentan complicaciones.
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