Bursitis
La bursitis es una afección que afecta a las bursas, unas pequeñas bolsas llenas de líquido que se encuentran cerca de las articulaciones del cuerpo humano. Estas bursas actúan como amortiguadores entre los huesos, tendones y músculos, facilitando el movimiento suave y sin fricción. Sin embargo, cuando las bursas se inflaman, se produce la bursitis, lo que puede resultar en dolor y limitación de movimiento.
La bursitis se caracteriza por la inflamación de las bursas, que puede ser el resultado de una lesión, el uso excesivo de una articulación o la presencia de una infección. La inflamación provoca un aumento en la producción de líquido sinovial dentro de la bolsa, lo que lleva a su hinchazón y dolor.
Síntomas:
Los síntomas más comunes de la bursitis incluyen dolor en la articulación afectada, sensibilidad al tacto, hinchazón y enrojecimiento en la zona. Además, es posible que se experimente rigidez y dificultad para mover la articulación afectada.
Causas:
Las causas de la bursitis pueden variar, pero en muchos casos se debe a la repetición de movimientos que ejercen presión sobre las bursas, como arrodillarse o apoyarse sobre los codos durante largos períodos. Las lesiones traumáticas, las infecciones y las enfermedades inflamatorias también pueden desencadenar la inflamación de las bursas.
Tipos:
Existen varios tipos de bursitis que afectan diferentes áreas del cuerpo, como la bursitis prepatelar (rodilla de jardinero), bursitis trocantérea (cadera), bursitis olecraniana (codo del estudiante) y bursitis del hombro (subacromial).
Diagnóstico:
El diagnóstico de la bursitis generalmente se basa en una evaluación física, donde el médico examina la articulación afectada y evalúa los síntomas del paciente. Además, pueden ser necesarios estudios de imagen, como radiografías o resonancias magnéticas, para descartar otras afecciones y confirmar el diagnóstico de bursitis.
Tratamiento:
El tratamiento de la bursitis puede incluir medidas conservadoras, como el reposo, la aplicación de compresas frías o calientes, la toma de medicamentos antiinflamatorios no esteroides y la fisioterapia. En casos más graves o crónicos, puede ser necesaria la aspiración del líquido acumulado en la bursa o la administración de corticosteroides.
Prevención:
Algunas medidas que se pueden tomar para prevenir la bursitis incluyen evitar movimientos repetitivos que ejerzan presión sobre las bursas, mantener una postura adecuada durante las actividades diarias y utilizar equipo de protección en deportes o actividades de alto riesgo.
Factores de riesgo:
Existen varios factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar bursitis, como la edad avanzada, el sobrepeso, la práctica de deportes de contacto o de alto impacto, y la presencia de enfermedades reumáticas o artritis.
Complicaciones:
Si no se trata adecuadamente, la bursitis puede llevar a complicaciones como la formación de abscesos o infecciones graves en la articulación afectada. Además, la inflamación crónica puede dañar los tejidos circundantes y limitar la movilidad a largo plazo.
Pronóstico:
En la mayoría de los casos, la bursitis mejora con el tiempo y el tratamiento adecuado. Con reposo y cuidados apropiados, la mayoría de las personas experimentan una recuperación completa. Sin embargo, en casos crónicos o graves, puede ser necesario un tratamiento más prolongado o incluso la cirugía.
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